Su estructura corporal es más pequeña que la de sus hermanos, su pelaje es bicolor aunque predomina el blanco. Tiene un lunar oscuro junto a su ojo izquierdo y el color de sus ojos es semejante al de la miel, yo lo considero tan dulce como ese alimento. El color café claro se ubica en la cola y en la cabeza, aparenta un copete o fleco con raya en medio. ¡Es precioso!
A pesar de ser el más pequeño y tímido de la manada felina, es de quien puedo hablar más, pues sus singularidades producen episodios dignos de rememorarse entre mis anécdotas personales.
Esquivo desde cachorro, Tommy careció de nombre, no encontraba uno con el que pudiera identificarlo y para él, no había recibido propuestas.
Un buen día, como un destello, vinieron a mi mente unos caramelos de mi infancia, creo que eran de nuez y tenían, si no recuerdo mal, la imagen de un osito. Entonces lo decidí, mi gato tímido se llamaría Tommy. A veces le digo Tomasito.
A Tommy le gusta pasar gran parte del día en la cocina, se echa encima del horno, es solitario, no interactúa con sus hermanos felinos ni con los humanos. Mi hijo qpd comentaba que no podía comprender la razón por la que el minino fuese tan miedoso, pues “desde que nació, vive aquí”.
Cuando mi gatito no se ha escondido aún y es sorprendido por algún humano, suele refunfuñar para evitar la proximidad. Sin embargo, yo insistí en estrechar los lazos con mi gatito.
Para tener un acercamiento físico y afectivo con mi Tommy, comencé con la práctica, desde hace algunos años, de una secuencia interactiva con él que consiste en levantarlo, darle cinco besitos en la cabeza, soltarlo y, cuando él avanza para huir, repetir la serie de acciones; esto lo hago unas cinco o seis veces. Es gracioso observar que, cuando yo doy por terminada la acción “besucona”, él se adelanta unos pasos para alejarse, pero voltea hacia mí, como si se preguntara la causa de que el juego concluya. La práctica de esta actividad continúa con menor frecuencia y creo, nos satisface a ambos.
Tommy se había acostumbrado a la presencia de mi hijo, a quien ya ronroneaba cuando le hablaba o acariciaba su cabeza y orejas.
Tras los fallecimientos de mi madre qpd y de mi hijo, quedé desconsolada y yo, distraída al máximo, no me percaté de algo terrible. No me di cuenta que mi gatito se había introducido al horno. Puse a calentar agua para beber un café y, cuando el horno comenzó a agitarse violentamente, tardé 16 segundos en reaccionar. Detuve la programación y, al abrir la puerta, salió mi Tommy como un relámpago, a gran velocidad, para refugiarse no sé dónde.
Con el alboroto, llegaron todos mis animales, Fanny se colocó junto a mí; y como manada lidereada por la madre Ariel, los dos gatitos Botitas y Kahil. Ariel estaba realmente enfurecida y quiso morder a Fanny; seguramente atribuyó el accidente a una acción canina. Fanny, llena de temor, se protegió colocándose detrás de mí y cuando Ariel se avalanzó, logró morder mi pierna. Lancé un grito y Ariel se retiró.
No vi a mi Tommy el resto de ese día, pero yo estaba muy preocupada por el daño que pudiera haber causado, por mi descuido, a mi pobre gato. Supongo que esto ocurrió en septiembre u octubre de 2019.
Unas semanas después del suceso, tocaba la vacunación y la veterinaria de la colonia, muy amable, se ofreció a dar atención a mis animalitos en mi domicilio, pues sabía que ya no contaba con alguien que me acompañase.
Ya en mi antiguo domicilio, la doctora fue vacunando a cada una de mis mascotas, comenzando por Fanny. Al llegar el turno de Tommy, éste reaccionó de una forma increíble, se zafó de mis manos, huyó rebotando de una pared a otra para, finalmente, esconderse Dios sabe dónde., La doctora me dejó las ampolletas y las jeringas para inmunizar a Tommy contra la leucemia felina y la rabia. Al día siguiente puse una a mi Tommy, pero me miró con una expresión de dolor profundo, de tristeza increíble. Decidí que no volvería a lastimar el cuerpo de mi gato.
El tiempo pasó y las aproximaciones con mi Tommy se fueron estrechando. Tras la mudanza, todos tienen un sitio favorito y el de mi gato Tommy ha vuelto a ser el horno. En un principio, huía del aparato sobre todo cuando yo lo ponia a andar. Ahora no, duerme sobre él aún cuando está en acción.
Hace un poco más de un año le fueron detectados cálculos en uno de los riñones. Fue terrible para todos nosotros, pues de repente, Tommy no se acercó a la comida húmeda, su preferida, su cuerpecito estaba tirado sobre el piso y al levantarlo, no opuso resistencia alguna. Desde que lo recogimos de la clínica veterinaria, mi Tommy come alimento húmedo sólo cuando hay que desparasitarlo; muelo la pastilla y la revuelvo en el alimento blando.
La doctora nos informó sobre lo dañino que resulta el dar croquetas y alimento húmedo de marcas comerciales, pues están preparadas con ingredientes que resultan dañinos para nuestras amadas mascotas. En realidad, yo no puedo comprender cómo es posible que haya quienes lucren a costa de la salud de los adorables y adorados animalitos.
En la actualidad, Tommy es el único de mis gatitos que come croquetas de mi mano o del bote en que se guardan. Es muy lindo observar que él come, con total confianza, las bolitas de alimento que yacen sobre mi palma.
Los fines de semana son algo extraordinario para mi Tommy porque no hay más humanos que yo y la presencia de Gerardo qpd no le afectaba, pues permanecía descansando o dormido sobre el horno aún cuando mi compañero entrara a la cocina y se colocara frente a él. “Míralo. ¡Qué conchudo!”, me decía Gerardo mientras lo señalaba. Yo respondía que eso significaba que lo quería.
Ahora tiene 7 años, toda su vida en contacto con los familiares cercanos, mis nietos y nuera, con Marlon, reconoce sus cuerpos y voces pero aún evita el contacto visual y físico.
Por las noches, a veces se acerca a mí, cuando estoy en la sala y sube a dormir sobre mis piernas. El requisito es que no haya más humanos.
Cuando entro en la cocina, en mi visita nocturna, él ronronea, me hace gestos, camina sobre el mueble con su cola erguida y roza su cuerpo contra mi brazo; yo respondo de la misma manera, le hablo mientras agacho la cabeza y con mi cabello, rozo su costado, también lo beso en la cabeza, junto mi nariz a la suya, lo levanto y, si lo considero prudente, cargo durante unos cuantos segundos porque él se asusta.
Debido a las características de comportamiento de mi gatito, yo le procuro mucha más ternura y por eso decidí que él sería el personaje central, es decir, el narrador en mi blog Diario de Ágata. ..
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