11 marzo 2024

FANNY

 

 

 


  
Comenzó su vida como integrante de la familia a través de la adopción en julio de 2019.  Mi amiga Elenita fue quien la consiguió y tras enviarme la fotografía de una adorable cachorra, lo consulté con mi hijo qpd, quien quedó prendado, al igual que yo.

   Unos días después, mi amiga Elena, su hijo Emiliano y la pequeña perrita arribaron a la casa.  Se trataba de una cachorra linda, amigable y que, en cuanto abrí la puerta, se arrojó a mis brazos.  Yo me sentí feliz y segura de que tendría una buena compañía ladradora.

   Habíamos pensado en varios nombres, pero ninguno nos convencía.  Los días que mi hijo y nietos pasaban en la casa, Fanny incrementaba sus tropelías.

   Al regreso del trabajo, yo la cargaba cual bebé y ella, feliz, lamía mi cara.  Así fue durante algún tiempo, porque llegó el momento en que, al ejecutar los movimientos para levantarla, no pude con el peso de su cuerpo.

    Unos días después de vivir con nosotros, Fanny fue mostrando su verdadera forma de ser: inquieta, extremadamente activa y destructora, desobediente, impulsiva, encimosa y atrabancada; pero también era extremadamente cariñosa con todos, besucona, abrazadora, dulce y muy tierna.  Supuse que me hallaba frente a la versión perruna del Doctor Jackyll y míster Hyde.

   De espíritu amigable, mi Fanny quiso hacer migas con los gatos; yo pensaba que sería posible una convivencia entre mi perra y mis gatos pues ella era cachorra.  ¡Tremenda equivocación!  Para que se establezca una convivencia amable y amigable entre las dos especies, es necesario que los cachorros sean los felinos, pues su característica principal es que son territoriales y en este caso, los gatos eran ya los dueños del hogar.

      Mi hijo y mis nietos jugaban con ella, que se subía a la cama para intentar besarlos mientras ellos se ocultaban debajo de la cobija.  El gozo y alboroto que se formaba era fabuloso. 

   Mi hermano, que la conocía en foto, me sugirió el nombre de Fanny.  Mi hijo le decía “Zapato manotas” pues su cabeza era similar a la de los mocasines y sus patas, muy grandes. Gerardo qpd le decía Niña y también la quiso mucho, con ella fue paciente, protector y muy amoroso.

  


Cuando mi hijo falleció, Fanny fue a pasar un par de semanas en la casa de mi amiga Águeda, ahí pudo correr y jugar con otros perros.  Mientras Fanny estuvo ausente, yo me sentía desolada y muy triste, estaba aún confundida y me resultaba muy difícil la comprensión y adaptación a mi nueva situación de vida, yo sólo existía sin vivir, así que no pensaba en ella.  Al cabo de unas tres semanas, Águeda me preguntó si ya consideraba que estaba lo suficientemente fuerte para tener de nuevo a mi Fanny, quien regresó a la casa.

   Mis nietos y Mary se quedaban conmigo cada tercer día, lo que representaba una celebración para Fanny, pues los juegos con los niños le encantan.  Sin embargo, no era capaz de controlarse, no atendía a las instrucciones ni los tonos empleados para contenerla.

   Otra amiga, Chabelita, nos sugirió la intervención de un entrenador.  Mirko salía con mi perra para adiestrarla y los resultados favorables se mantenían mientras él estaba presente; en cuanto se alejaba de la casa, Fanny regresaba a su comportamiento habitual.  Creo que de los dos meses de entrenamiento, que abarcó el no subir a los sillones, respetar el alimento de los humanos, permanecer dentro de la casa aún cuando la puerta esté abierta, entre otras conductas aceptables; lo único que aprendió es a sentarse.cuando se le indica, esto después de intentar quitar la comida.

   Cuando nos mudamos, una pizca de amistad surgió entre mi Fanny y Ágata, ambas recorrían el interior del nuevo domicilio, Fanny a un costado y un  paso atrás de la reina.  Observarlas era muy interesante, me figuraba que Fanny era la guardaespaldas de mi gatita.

   Mary y mis nietos vivían conmigo de lunes a viernes.  Seguimos las sugerencias de un primo político, veterinario que nos recomendó no alimentarla con croquetas; nos  propuso  dar de la misma comida de nosotros.  Así, mi Fanny se introdujo a los sabores y aromas de la cocina familiar.  Un día de la semana, los viernes, comíamos alimentos de la calle y para ella era una de las órdenes de comida. 

   Cuando pasaba el vendedor de pan, al anochecer, mi Fanny se alborotaba, pues para ella era una pieza de pan.  Sólo faltaba que nos dijese cuál era su preferido, si el laurel, la concha, el panqué, la trenza, la rosca o el gendarme.

   Durante el tiempo de pandemia y la modificación del estilo de trabajo, yo implementé un blog en el que ella era la maestra; las acciones que seguí fueron las siguientes.  Revisaba los aprendizajes esperados de la semana, los relacionaba con las características de los alumnos atendidos en educación especial para, finalmente, abordarlos a través de un relato de mi perra en el que se pudiese extraer el aprendizaje para terminar con una tarea a ejecutar en las casas.  Fue un éxito, al parecer, pues alcanzó las 4000 visitas a lo largo del tiempo de aislamiento.

    Mientras tanto, mi Fanny continuaba con la comida de humanos; su cuerpo comenzó a incrementar su volumen, pero de su cuello colgaba pellejo, por lo que se continuó con la práctica alimenticia; pensábamos que debía tener la piel corporal unida a la musculatura.

   Ella continuaba con el comportamiento impulsivo a pesar de la esterilización, cuando cumplió un año.

   Mi nieto Santi escogió el día de nacimiento de Fanny, que llegó a nuestras vidas en julio de 2019 y tendría, aproximadamente, unos tres meses.  De ahí que ubicáramos su primer aliento en abril.  Mi adorado nieto resolvió que fuese el 18, un día después de su cumpleaños. 

    Su talla es grande y no aprendió a caminar pacientemente al lado del humano; yo no salgo con ella pues temo algún accidente.  Marlon, que es alto y corpulento, sale con ella todas las tardes, recorren la colonia y al regresar a casa, Fanny está sedienta y en ocasiones, agotada.  Fanny necesita hacer ejercicio para llegar a la meta que consiste en reducir el peso que alcanza los 31 kilos. 


 


A mi Fanny le encanta perseguir a mis gatos, todo conla intención de jugar.  Cada uno de ellos responde de acuerdo a sus peculiaridades, Kahil la ahuyenta de inmediato a través del gruñido y los zarpazos; Botitas permite que se acerque, la encara y deja que muerda sus patitas hasta que se harta, entonces huye después de lanzar un manazo; Tommy huye de inmediato, es a quien corretea más tiempo y sólo termina la persecución cuando mi gatito sube a lo alto de algún mueble, entonces mi Fanny llora.  Con Ariel, la madre protectora, no muestra interés, más bien es precavida pues sabe que ella es muy valiente y puede lastimarla.  Cuando Ariel se acuesta en mis piernas, Fanny sólo se coloca al frente y la mira de reojo.

    Fanny llegó a nuestras vidas en el momento preciso, es una perrota adorable, hermosa, traviesa, alegre y muy amorosa. 


    

1 comentario:

  1. Oh sí, mi otra sobrina preferida, es muy linda! Y tal cuál haces la descripción de ella, así es Domi, juguetona con mucha energía, destroza todo, pero muy amorosa. Todos son lindos!

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