En la actualidad y gracias a los avances tecnológicos, los discapacitados podemos contar con herramientas que nos facilitan el acceso a condiciones que nos permiten llevar una vida cada vez más cercana a quienes poseen todas las funciones orgánicas y perceptuales.
Yo adquirí la debilidad visual en agosto de 1987 y debo decir que, aunque estoy acostumbrada a mi bajísima visión, aún me enfrento a situaciones que me provocan disgusto hacia mi situación. Sin embargo, estoy convencida de que a cada uno nos toca vivir experiencias y condiciones que sólo uno puede atravesar.
En el hospital de Pémex me fueron prescritos unos anteojos que no me sirvieron; tengo visión central y en ese tiempo, yo podía contar dedos a 1.5m. de distancia, misma que se ha reducido a unos 60cm. Un oftalmólogo particular me sugirió acudir a la Escuela Nacional para ciegos con la finalidad de aprender a vivir con mi nueva condición, que en ese tiempo se denominaba deficiencia.
Asistí a esa escuela durante unos meses y aprendí a escribir en Sistema Braille, a desplazarme con el bastón blanco, a resolver operaciones básicas utilizando el ábaco Krammer y a ejecutar las tareas domésticas de otra manera.
Yo contaba con los estudios de un bachillerato técnico como base para hacer un giro en mis actividades laborales; cursé, en el CETis 54, la carrera de profesional técnico en secretariado ejecutivo; me desempeñé como secretaria desde octubre de 1986 hasta julio de 1987.
Pensamos, en familia, sobre la mejor opción de estudios, conocí a Silvina, que era maestra en audición y lenguaje, quien nos recomendó la Escuela Normal de Especialización como la mejor opción para continuar con mi formación profesional; estuvimos atentos al día de la publicación de la convocatoria, que marcaba como requisito el no presentar deficiencias. En 1988, mi papá y yo acudimos a la Normal de Especialización y nos entrevistamos con el director, el maestro Humberto Galeana, quien se mostró comprensivo y permitió la aplicación del examen de admisión.
Llegado el día, ingresé al aula y después de un rato, una maestra me llevó,, junto con otra chica con debilidad visual, a un salón para leernos las preguntas y las opciones.
Ya como alumna de la Normal de Especialización, utilicé los ojos de mi mamá para acceder a los textos, lo mismo que de algunos de los lectores voluntarios que prestaban sus ojos y sus voces en la Biblioteca Nacional, en el departamento tiflológico, que se localizaba en el Centro Histórico del entonces Distrito Federal. Las herramientas tecnológicas eran las grabadoras y los audio cassettes.
Solicité una baja temporal en el ciclo 1991-92 pues tuve otra cirujía El último año de estudios, el que correspondió al ciclo 1992-93, conté con los ojos y voz de mi entrañable amiga Araceli, además del de mi mamá.
En 1998 ingresé a la UNAM para estudiar un posgrado, la maestría en Psicología con orientación en educación especial. Ahí fue mi primer contacto con las computadoras. La adecuación que se implementó en la pantalla fue el cambio al fondo negro, letras en blanco y con un tamaño de 94 puntos, que era el máximo contenido entre las opciones. Se utilizaban diskets. Conté con el apoyo total de Gerardo, mi compañero, para acceder a los textos ampliados, lo mismo que los ojos y voz de mi mamá, que grababa en cassettes lo que debía leer a través de la escucha.
Después, Gerardo
colocó en la computadora varios programas de traducción, iniciando por el OCR, Speaker, Mini-speaker y otros.
Ahora el programa Word contiene la opción de lectura en voz alta, situación que facilita mucho más mi acceso a contenidos. En el formato PDF aún no encuentro la manera de acceder a todos los textos, pues algunos de ellos están guardados como imagen y desconozco los pasos para hacer la conversión a texto.
Los teléfonos celulares inteligentes con sistema Android cuentan con la opción de accesibilidad y convierten los textos a voz. Esto constituye una valiosísima ayuda para mí, que con sólo poner el dedo sobre la pantalla, obtengo la información sobre lo que está ahí.
Sin embargo, siempre hay un “pero”; cuando el texto está guardado como imagen, lo hace inaccesible para mí. Me gusta escuchar obras literarias, de investigación y de crítica, pero debo esperar a que los suban al You-tube para escucharlos y no siempre están los títulos que me interesan. Los e-books también tienen el formato de imagen, por ejemplo, hace unos doce años, aproximadamente, Gerardo qpd me preguntó qué quería de regalo de cumpleaños, yo le di el título de “Minucias del lenuaje” de José Guadalupe Moreno de Alba. Él lo adquirió como e-book y desgraciadamente, no tuve acceso al contenido puesto que venía en formato PDF como imagen; hace más o menos cuatro años, hice la compra de un nuevo título, “Mamá, mamá, que estoy bien,la muerte no existe!”, en formato Kindle, pero me enfrenté a la misma situación. En octubre del año pasado, de 2023, Gerardo compartió conmigo un libro que adquirió en formato Kindle, como no pude escucharlo, hizo los cambios necesarios para que yo tuviese acceso. Desconozco la manera de cambiar formatos y si hay temas que me interesan de los cuales no se han convertido en audios, me encuentro imposibilitada para introducirme en ellos.
Creo, sinceramente, que el avance tecnológico nos favorece y que requerimos sólo un pequeño esfuerzo más de quienes son editores, pensar en la totalidad de la población es necesario.
Wooow Tere!!! Que bonito saber parte de tu historia de vida que no conocía!! Y con lo que te has enfrentado con estos avances de la tecnología. Un gran abrazo y mi admiración para ti ❤️
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