Su nombre, una propuesta de mi hijo qpd y Mary, sufrió una transformación en la ortografía. Desde bebé, Kahil ha sido el más activo y sociable de todos.
Fuerte y atrevido, Kahil se impone entre todos los mininos por su afabilidad, valentía y curiosidad: se hace presente cuando tenemos visitas y gusta que le acaricien. A menudo, se extiende de lado o panza arriba para ser acariciado por manos desconocidas al interior de la casa.
Cuando era un cachorro, un gato –que mi hijo, nuera y nietos suponían era el padre por el gran parecido—iba constantemente a la barda de la casa y, desde las alturas, observaba a los pequeños mininos y a Ariel, que lo miraba con amor. Mi hijo decía: “Mira, Kahil, ahí está tu papá”. Es que el parecido entre aquel gato doméstico y nuestro Kahil es asombroso, ambos con la misma combinación de colores en su pelaje con las manchas corporales similares y el mismo color de ojos. Solíamos bromear con que el gato visitante no era tan irresponsable, que sólo hacía falta que aportara para la manutención de los gatitos.
Kahil es quien pone el desorden en la convivencia gatuna, pues casi siempre inicia las disputas; de repente, se escuchan sonidos discordantes al interior y sé que es él en pleito y corretiza con Botitas o con Ariel. Muy pocas ocasiones corretea a Tomy, que huye de los conflictos.
En lo personal, yo experimentaba confianza y, por tanto, brindaba menos atención hacia Kahil, que es el consentido de mi hermano Alfredo, mi cuñada y se disputa la preferencia con Botitas, entre mis visitas, pues ambos buscan el cariño y apapachos.
Inteligente como sólo él puede serlo, Kahil me adoptó; busca la proximidad conmigo y cuando me siento, de inmediato se coloca sobre mis piernas, me mira y, tras ronronear, queda dormido en posiciones muy extrañas.
Su maullido es grave y a veces, mientras lo emite, me da un manazo para que le hable o cargue. Respecto a sus expresiones faciales, son extremadamente comunicativas, pues cuando se siente feliz, no sólo ronronea, también parece que sonriera pues sus ojos se entrecierran y se ven como dos rayitas, tal y como ocurre con los humanos. Mi Kahil es tierno y muy simpático.
En las noches, siempre me acompaña y duerme sobre mis piernas o bien, junto a mi cabeza. Es tan tierno que acaricia mi cara y lame mi cabello, me acicala como lo hace con sus hermanos y madre.
De mi familia, la única con la que ha tenido esas expresiones amorosas es con mi prima Bere, a quien peinó y besó profusamente.
Tal vez La reconoció como parte de los suyos, de la familia gatuna por el color de ojos y ella, me ha confiado, lo considera como “su sobrino favorito”.
Ay sí! Me gano jajaja pero es muy lindo, como dirían, hicimos química jajaja, es una monada!!
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