La primera de la pareja fue ella, el nombre lo eligieron Minerva y Javier qpd, los tíos de mi hijo qpd. Era una preciosa fox terrier ratonero.
Poco después, supe que estaba embarazada y en aquel tiempo creíamos que el pelo de los perros podría dañar a mi bebé en gestación.
De nuevo, acudimos a mis padres y ellos, complacientes, aceptaron a la pequeña y dulce perrita.
Yo regresé a vivir con mis padres antes de dar a luz a mi hijo. Cuando Emilio nació, teníamos a Samantha con nosotros y él creció en medio de amor y en la compañía de Samantha.
Yo no recuerdo bien cuándo fue que mis papás adquirieron una pareja para la dulce Samantha; Alfredo seleccionó el nombre que llevaría el cachorro. Perseo fue un perro valiente y aguerrido, era bravo y muy ágil. Saltaba y atravesaba los barrotes de la reja para ir a ladrar a los perros dóberman que vivían en la casa de enfrente.
En los años 80´s, Bosques de Aragón estaba en expansión, había pocas casas y, por tanto, había ratones. Perseo los capturaba de manera sombrosa, a diferencia de Samantha, que les tenía miedo.
Perseo mordió a un tío, a una compañera del CETis y a mí por equivocación, porque se había lanzado contra una amiga de juventud, pero cuando escuchó mi voz, me soltó de inmediato.
Una ocasión, mi prima Teresa pidió prestado al perro pues había entrado a su casa un ratón. Perseo fue subido al coche de mi prima bajo la promesa de que, una vez terminado el trabajo de fumigador, el perro sería devuelto.
La mañana del día siguiente, Perseo entró al patio mediante un salto para atravesar la reja. Luego, rascó la puerta de la casa, abrimos y entró feliz y agotado.
Mi prima llegó por la noche; había pasado el día pensando cómo expresarnos que el perro se escapó. cómo decirnos que Perseo se había extraviado porque huyó de su casa, pero al verlo descansar al interior de la nuestra, se sintió aliviada y nos platicó parte de la aventura que vivió Perseo y sólo él supo lo que tuvo que hacer para atravesar la avenida Central hasta llegar a su domicilio.
No sabemos qué pasó con él, desapareció y a pesar de haber recorrido calles llamándolo, no logramos encontrarlo.
Concluímos que seguramente se lo llevó el señor que vendía leche “bronca”, porque continuamente nos decía que le gustaba mucho nuestro Perseo.
Samantha vivió algunos años más, fue la amiga de mi hijo y cuando él tenía alrededor de 8 años, ella enfermó y falleció en una clínica veterinaria.
Tere no recordaba lo de Samanta!! Hasta ahora que leo tu escrito
ResponderBorrarWooow!! Cuantos recuerdos de aquellos años… Gracias por compartirme, me encanta leerlos