21 febrero 2024

LA SORPRESA DE GRETA


    

Gretita, la chihuahua modelo, era muy querida por la familia; nuestro amor era inversamente proporcional a su tamaño.

  
Alrededor del año 2000, mi papá dejó de ir a su oficina y escribía sus colaboraciones en la casa.  A él le gustaba beber Cannada Dry u otro refresco que fuese sabor lima-limón; lo mismo a Greta y siempre había una taza de barro con la bebida refrescante servida para nuestra perrita quien, acalorada y agitada de ladrar y correr en el patio, subía las escaleras para dar unos lengüetazos al recipiente colocado al interior de la habitación de mi papá.  Era muy graciosa.

   Como parte del tratamiento para el insomnio, mi papá tomaba media pastilla de Rivotril por las noches.  Una ocasión, cayó al suelo el pedazo de pastilla que Greta, glotona como era, ingirió.  Yo regresé a la casa del primer turno de trabajo y como no salió a mi encuentro, la busqué sin éxito.  Yo estaba muy preocupada y llamé a mi directora para decirle que no iría a la primaria vespertina porque mi perrita se había perdido y la buscaría.  Después de unas horas, salió Greta de debajo de la cama de mi papá, estaba somnolienta y aturdida. 

   Greta respondía a varios nombres, mi papá qpd le decía Perdita y Emilio qpd la llamaba Didí.  Fue una perrita muy feliz y por eso, no comprendimos el momento en que salió a hurtadillas de la casa. 

   Yo creo que estaríamos a principios del mes de diciembre del año 2004 o 2005. 

    Como antecedente, Emilio viajaba frecuentemente a Acapulco, iba a la casa de su amigo Johnathan y un señor que los acompañaba para cuidarlos, de nombre Hugo.  Tal vez iban más jóvenes, pero no lo recuerdo. 

   De aquel lugar guerrerense, Emilio había hecho un amigo, Michael, quien solicitó pasar una noche en la casa, pues iba a viajar a otro lugar y la ciudad era la escala y debía salir en la madrugada rumbo al aeropuerto   

   Esa noche esperamos la llegada de Michael, quien se acomodó en el sillón de la sala para esperar el momento de salir.  Todos nos fuimos a dormir y al levantarnos al día siguiente, el amigo de Emilio ya no estaba.  ¡Pero Greta tampoco!

   Yo no me di cuenta, así que tuve mi día de trabajo como siempre; yo laboraba en dos primarias, una en la Unidad San Juan de Aragón y la otra, en la colonia Héroes de Cerro Prieto.

   Al regreso, me enteré de una noticia escalofriante:  nuestra adorada Gretita había desaparecido.  Emilio y mis padres la habían buscado por los alrededores de la casa, recorrieron la colonia entera y nada.  Creímos que se había perdido y que ya no volvería.

   Mi mamá qpd nos dijo que necesitaba otra compañía, otra perrita que fuese muy parecida a Greta, por lo que nos dimos a la tarea de buscar perros chihuahua cabeza de venado.  Encontramos en el periódico información oportuna, un consultorio veterinario de Santa Isabel Tola tenía a la venta cachorros de esa raza, llamamos y concertamos la cita para el sábado 21 de diciembre.  Nos sentíamos entusiasmados a pesar de nuestra tristeza.

   Mi mamá estaba realmente compungida, ella adoraba a Greta y se sentía desolada.  Con el paso de los días, la desesperación de mi mamá se incrementó y el día 20 de diciembre, al regreso de la comida de fin de año, me encontré con una hermosa y ladradora bolita blanca con un moño rojo atado a su cuello, era un regalo navideño viviente.

   Mi mamá estaba contenta, pero triste.  Emilio y mi mamá me platicaron que, como era tanta la angustia por la ausencia de Greta, habían buscado un reemplazo urgente y encontraron a una caniche.  Su nombre era Perla y era verdaderamente adorable, parecía un peluche articulado con movimiento y sonido propio. 

   Al día siguiente nos alistamos para ir por la chihuahua.  Yo nunca había ido hacia ese lugar; mi mamá lo conocía porque, me dijo, cursó la primaria por esa zona del norte de la ciudad. 

   Al entrar al consultorio,  estaba un par de mujeres, a quienes dimos los buenos días para después, saludar al doctor, quien nos condujo hasta donde se encontraba una jaula y ahí había una perrita muy parecida a nuestra Greta.  Mi mamá se alegró mucho y al retirarnos, una de las señoras dijo “Ya se va la flaquita”.

   Al arribar a nuestra casa, Perlita de inmediato se alegró y se puso más activa, olió a la nueva integrante de la familia y comenzó a jugar con ella.  Nosotros estábamos enternecidos ante el espectáculo.

   Pasó el domingo y el lunes, a eso de mediodía, escuchamos que alguien rascaba el zaguán.  Emilio abrió la puerta y entró Greta que, al ingresar a la sala, se encontró con la sorpresa de que de ahí en adelante, tendría que compartir la vida, el amor, la atención y la casa con dos cachorras que, por supuesto, no le hicieron gracia. 

   La nueva chihuahua aún no tenía nombre, habíamos propuesto algunos, entre ellos, Capulina, Barbie, Débora y Nena. pero el ingreso de Greta fue anunciado con agudos ladridos provenientes de la recién integrante.  Mi mamá dijo con entusiasmo “¡Valentina!”.

   Y a partir de ese lunes de inicio de las vacaciones decembrinas, la familia se incrementó, éramos cuatro humanos, tres perras y tres aves. 

1 comentario:

  1. Que padre historia y usted muy guapa como siempre saludos y bendiciones

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