17 enero 2024

Zoológico en casa

 


Efectivamente tuvimos un zoológico en casa, desde niñas nos gustaban todo tipo de animalitos.

En una época tuvimos peces, gato, perro y dos hámsteres; todo un zoológico en casa; y todos convivían de lo mejor.

Cuando estábamos en la primaria, mi hermana en pre primaria y yo en primero; lo que nos gustaba al salir de la escuela era pasar a comprar, no golosinas, sino peces; era nuestro premio al salir de la escuela. Al grado que nuestra colección fue de dos peceras enormes, aproximadamente 70 peces. Por supuesto nuestra obligación era darles de comer en el momento que llegábamos de la escuela, era la condición para poder tener a los peces. Era muy simpáticos, cada que tocábamos las peceras sentíamos que bailaban y nadaban de un lado al otro, todos alborotados, probablemente era porque querían comer y nosotras pensábamos que se alegraban al vernos.

En cierto momento hubo dos temblores, el agua se agito y muchos de ellos saltaron de las peceras; después de varios años solo quedo un beta, al que le puso mi papá el nombre de Vivianito, ya que fue el único que sobrevivió. Y Vivianito iba con nosotros de viaje, no requería de muchos cuidados. En un viaje a Veracruz, nos fuimos a la playa, ¡y por qué no! también nos acompañó, pusimos una toalla y lo pusimos a que viera el mar; mientras nosotros entrabamos y salíamos del mar estaba muy pendiente de todo lo que hacíamos; creemos que lo disfruto, porque cuando pusimos la pecera cerca del oleaje daba vuelta y vueltas en su pecera. Duro muchos años.

Al mismo tiempo, le regalaron a mi mamá a una gatita, que en ese tiempo le pusimos Kitty (estaba de moda) era tremenda, tenía prohibido molestar a Vivianito, en varias ocasiones la sorprendimos metiendo su pata a la pecera, por supuesto si la sorprendía mi mamá, recibía un buen zape.  Tampoco podía molestar a ningún pájaro que se parara en la ventana.

Ya cuando tenía un año, llegó una perrita french poodle que nos regalaron y le pusimos el nombre de Kelly, sí, también fue porque estaba de moda la serie los Ángeles de Charly; ella sí la padeció porque Kitty cuando Kelly era bebé y quería bajar las escaleras, Kitty la ayudaba dándole un empujón, claro que la perra salía rodando por las escaleras, verdad! Sin embargo eran cómplices para muchas cosas; cuándo tenía que hacer mi cama, por ejemplo, en menos de cinco minutos entre Kitty y Kelly se encargaban de desbaratar las camas (de mi hermana y mía) nosotras le gritábamos a mi mamá para acusar el desorden que habían hecho, porque a nosotras no nos hacían caso, tenía que llegar mi mamá que era a la única que le hacían caso y cuando la escuchaban subir ya la estaban esperándola al filo de las escaleras con cara de ¡nosotras no fuimos! Solo así dejaban de jugar, quizá nos decían ¡que chismosas! Pero la única orden que obedecían. Cuándo mi mamá nos llamaba con un grito, ¡niñas a comer! Las que llegaban primero y se ponían en primera fila alrededor de la mesa, eran Kitty y Kelly ¡se sentían las niñas de la casa!

Poco tiempo después llegaron los hámsteres, se llamaban Chipi y Dodó; ellos tenían su casa de una pecera grande que teníamos, pero la adaptamos; Kelly no los tomaba mucho en cuenta, pero por supuesto como Kitty podía subirse a todos lados, su curiosidad no paso de largo con los hámsteres; primero tenía prohibido acercarse pero un día se nos olvidó cerrar la habitación dónde estaban Chipi y Dodó, al regresar nos encontramos con que Kitty estaba dentro de la pecera durmiendo, al principio nos espantamos porque no los vimos, pero al mover a la Kitty, Chipi y Dodó se encontraban durmiendo en su panza. Pero aquí no paro, diariamente iba Kitty a verlos, a veces se dormía fuera de su casa, en otra ocasiones solo los observaba. Después los hámsteres, se paraban solo en sus dos patitas, como llamando a Kitty y ella bien consentidora metía su brazo y los hámsteres trepaban hasta llegar a su lomo de Kitty, de esta forma los sacaba de la pecera y los bajaba al piso o hasta la sala; un buen día desaparecieron, cuatro días nos tomó encontrarlos; mi mamá se puso muy energía con Kitty y le dijo me encuentras a ese par, pues la gata se acercó a un hueco que había debajo de las escaleras donde se guardaban cosas que no se ocupaban, se sentó enfrente de la puerta que había en ese hueco y empezó a maullar, por supuesto tuvimos que sacar todo lo que había dentro, y se encontraban hasta el final del hueco, con migajas de pan, cacahuates que no sabemos de dónde los tomaron, ¡verdad! Después de ese ocasión jamás se volvieron a perder, Kitty los siguió sacando de su casa, pero los vigilaba y la que también empezó a vigilar fue Kelly, solo que ella si veía que se escondían corría a avisarle a mi mamá, en esa segunda ocasión royeron algunos papeles de importancia, hasta la fecha los guardamos de recuerdo.

Y se preguntarán y los nombres en está ocasión de dónde se les ocurrió Chipi y Dodó, pues sí, fueron de caricaturas; en el caso de Chipi, fue de las ardillas Chip y Dale; en el caso de Dodó, del Sargento Dodó (del inspector Clouseau)

 

1 comentario:

  1. Ciudades querida bere muchas felicidades tu anécdota es deliciosamente divertida

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