19 enero 2024

El Chinguirito

 



El Chinguirito es un balneario que se encentra en el municipio de Villa del Carbón, Estado de México.

En una ocasión se organizaron varios vecinos para ir a acampar, la idea salió rápidamente en una reunión, así que todos nos fuimos a empacar para irnos rápidamente a la aventura; era un puente y  era quedarse varios días en el Chinguirito.

Llegamos por la tarde, eran solo dos tiendas de campaña; una era muy grande, era para playa y cabían varias personas y la nuestra, que era una tienda de campaña para montaña y solo era para seis personas. Todos muy contentos  por comenzar con la diversión, empezamos a armar las tiendas de campaña, acomodamos todo para tener un buen campamento.

Cuando empezamos a armar las tiendas alguien dijo, a ver quién termina primero de armarla, los últimos hacen la cena; éramos como 15 personas; para armar nuestra tienda solo éramos cuatro (mis papas, mi hermana y yo); al principio no recordaban mis papas como armarla, pero rápidamente se acordaron y como buen equipo, terminamos muy rápido; por supuesto esperamos a que terminaran la otra tienda y bueno nos vanagloriábamos de que les faltaba, pero como no hallaban como armarla, los ayudamos; ya que era una tienda bastante grande.

Llego la noche, se prendió una fogata y no podían faltar los bombones, los juegos, la cena, etcétera. La hora de irse a dormir, bajo un poco la temperatura; es un lugar frío,  pero jamás imaginamos que tan frío hacía en ese lugar.

Alrededor de la una de la mañana;  se empezaron a escuchar ruidos, salimos para averiguar que pasaba y la otra tienda estaba pandeada de la helada que estaba cayendo; entre todos quitábamos el agua helada, sin embargo se sentía húmeda y tuvimos que cambiar a los niños a nuestra tienda para que no se fueran a enfermas, los adolescentes y los adultos nos fuimos a esa tienda. Nuestra tienda por ser de montaña trae una lona extra, la tuvimos que abrir más para que no se mojara e impidiera que se sintiera más frío.

En lo que nos organizábamos con cobijas y suéteres, alguien dijo vamos al baño se tenía que caminar un tramo largo de donde estábamos acampando al baño; se adelantaron varias mujeres con las que viajábamos, sin embargo yo dije me quedo; era  el frío que dije las voy a alcanzar, ¡ajá, cómo no!

No podía moverme, ese momento fue angustiante porque sentía algo extraño, mi cerebro estaba consiente, pero mis piernas no respondían, por más que intentaba no había forma de moverme; ¡eran un témpano de hielo, literal!; pero estaba mi yo interno que decía, ¡ah no, tienes que poder! Era muy frustrante no mover ni un milímetro mis piernas, opté en tomar mis piernas con mis manos e intentar caminar; sentí que paso mucho tiempo, pero cuándo por fin pude llegar quedé sorprendida, pues el baño era algo grande, pero muchas mujeres que fueron a acampar a ese lugar estaban durmiendo en el suelo y claro ahí había caldera, era un lugar que estaba con clima calientito y fue entonces que recupere el calor en mi cuerpo. Por fin regresamos a nuestras tiendas, que por cierto como ya había tomado energía fue rápido y fácil, por alguna razón se nos fue el sueño así que para no pasar más frío mi mamá nos dijo ayúdenme porque vamos a prender una fogata, ya que estaba lista, los demás acompañantes a esa aventura salieron de la tienda para acercarse a la fogata.

Al amanecer y cuando se  asomó el grandioso “sol” los que no habíamos podido dormir, ¡que por cierto, fuimos todos!.  Cada quien tomo una cobija y nos fuimos a  dormir a dónde se encontraba el rayito que intentaba calentar, y cada se avanzaba, todos no movíamos para seguir calentándonos.

Ese balneario tenía dos albercas, la techada y la que se encontraba al aire libre; por supuesto aunque se sentía lo calientito del sol, nadie quería estar ahí por el aire que era frïo; todos decidimos que nos iríamos a la alberca techada, que era conde estaba la caldera y que por eso los baños fueron como hotel por la noche. Todos querían entrar a la alberca, pero nos percatamos que había muchos visitantes en la zona techada, pero solo había unos cuantos dentro de la alberca (contados con los dedos de una mano, es decir  casi nadie, ¡menos de cinco personas!).

De nuestro grupo de adolescentes, quisieron competir para ver quienes entraban al agua; tanto hombres como mujeres, pero como mi hermana y yo nos reímos de un par de amigos que cuando entraron a la alberca gritaron, y así como entraron salieron, fue más rápida su salida; verdaderamente se veían molestos porque nos reímos al ver la rapidez con la que salieron de la alberca y nos dijeron a ver ustedes sí aguantan,  nuestra expresión y contestación al mismo tiempo fue ¡fácil, no hay problema!;  sin embargo en ese momento mi mamá nos advirtió, el agua está muy fría, si se van a meter, tendrán que nadar muy rápido para llegar al otro extremo. Evidentemente, ya se nos había olvidado la helada que pasamos en la madrugada de ese mismo día.

Llegó el momento de la verdad, nos alistamos mi hermana y yo y no lanzamos a la alberca, parecía que entramos a las aguas de un glaciar ¡helada, helada! Se sintió como dicen, un balde de agua helada;  debajo del agua mi hermana con una señal me insinuó que se regresaría y al mismo tiempo con un chasquido de dedos bajo el agua, le indique que nadara rápido, y así lo hicimos; fue eterno, pensábamos que no llegaríamos, el cuerpo se enfrió de tal forma que en lugar de sentir ligero el cuerpo fue todo lo contrario; y llegamos al otro extremo y así como llegamos salimos de la alberca. Todos estaban sorprendidos, porque no pensaron que lograríamos cruzar la alberca.

Esa fue la primera y última vez que entre a una alberca tan fría, realmente no fue una experiencia agradable, quizá si me tomará varios vodkas, me podría animar.

Después de la noche que habíamos pasamos, cuando llego el atardecer, levantamos las tiendas y nos regresamos a nuestras casas; el clima frío y la alberca helada, le hacen honor al nombre del lugar “el Chinguirito”.


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