25 enero 2024

Conexión


 

Desde muy chica he sentido cierta conexión con todo tipo de animales; me gustaba ir al zoológico para verlos. Siempre he tenido la costumbre que cuando me acerco para observarlos se acercaban a mí y lo primero que hacía era poner la mano frente a su nariz, me refiero a casi todo tipo de especie.

En una ocasión fui de visita al zoológico de Africam Safari, era lo máximo porque tenía más cercanía con ellos, en esa ocasión no tenía más de cinco años; cuando nos encontramos en la zona donde estaban los elefantes uno de ellos se acercó al auto y por más de que mi mamá me alejo de la ventana el elefante me puso su trompa en mi mejilla y empezó a inspeccionar mi cabello, la cara y más porque yo lo tocaba; mis papas tenían cierto temor, recuerdo que el guardia se acercó para verificar que todo estuviera bien, sin embargo no pudo quitarlo le di unos cacahuates, seguimos avanzando y nos siguió hasta que la manada empezaron e emitir su grito fue cuando se alejó.

En otra ocasión también de visita en un zoológico, llegamos a donde estaban las jirafas, las narices siempre me han llamado la atención; por supuesto me dejo acariciarla y lo primero que hizo fue lamer mi mano con esa lengua tan larga, pero después no me regresaba mi mano; con la otra mano recuerdo que la seguí acariciando, hasta que me soltó, pero su lengüetazo llego hasta mi cara, obviamente me babeo toda.  

Tuve una excursión en la preparatoria, el maestro de Biología quería que tuviéramos contacto con la naturaleza; así que  la práctica se realizó en las Lagunas de Zempoala; todo iba muy bien hasta que se le ocurrió la grandiosa idea al profesor de emprender búsqueda de reptiles; un grupo de compañeros y yo nos fuimos a ver la naturaleza pero no para capturar reptiles; que honestamente no son de mi agrado. Recuerdo que llevo a un espécimen color amarillo muy largo, todos tenían que tocarla y por supuesto solo veía, sin embargo y como no quería tocarlo me dijo es para tu calificación; ¡y ni modo, tuve que aceptar! sinceramente estaba muy molesta, accedí (¡digo, pobre animal que culpa tenia!) empezó a enredarse en mi brazo, cuando llego a mi codo le dije al maestro, listo, ya cumplí ahora quítela por favor, todos reían pero yo estaba muy molesta, no sentí miedo, pero el peso del animal y además de que es frio, el sentir como recorría mi brazo, no fue agradable; pero algo que siempre me ha caracterizado es que si digo no, es no y mi cara no era de miedo ni alegría sino de enojo; tal fue el caso que la serpiente lo sintió (bueno, eso creo) porque automáticamente se empezó a desenrollarse sin lastimarme ya que se encontraba colgada la vi a los ojos, sentí una mirada extraña por parte del animal, solo le di las gracias. Fui a la única que no me apretó cuando se enrollaba, los demás si se quejaron de la fuerza, sentían que los estaban ahorcando; la serpiente tuvo piedad de mí, ¡la verdad!

Tuve otras experiencias con siervos, camellos, delfines, cebras, entre otros; sin embargo no importaba la especie de animal, cada que los toco en su nariz, y supongo que creen que mi mano es comida, ¡yo creo! porque no me la sueltan por más que intente quitarla me la sujetan pero sin lastimarme, ¡probablemente tenga buen sabor!


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