Desde muy chica he sentido cierta
conexión con todo tipo de animales; me gustaba ir al zoológico para verlos. Siempre
he tenido la costumbre que cuando me acerco para observarlos se acercaban a mí
y lo primero que hacía era poner la mano frente a su nariz, me refiero a casi
todo tipo de especie.
En una ocasión fui de visita al zoológico
de Africam Safari, era lo máximo porque tenía más cercanía con ellos, en esa
ocasión no tenía más de cinco años; cuando nos encontramos en la zona donde
estaban los elefantes uno de ellos se acercó al auto y por más de que mi mamá
me alejo de la ventana el elefante me puso su trompa en mi mejilla y empezó a
inspeccionar mi cabello, la cara y más porque yo lo tocaba; mis papas tenían cierto
temor, recuerdo que el guardia se acercó para verificar que todo estuviera
bien, sin embargo no pudo quitarlo le di unos cacahuates, seguimos avanzando y
nos siguió hasta que la manada empezaron e emitir su grito fue cuando se alejó.
En otra ocasión también de visita
en un zoológico, llegamos a donde estaban las jirafas, las narices siempre me
han llamado la atención; por supuesto me dejo acariciarla y lo primero que hizo
fue lamer mi mano con esa lengua tan larga, pero después no me regresaba mi
mano; con la otra mano recuerdo que la seguí acariciando, hasta que me soltó,
pero su lengüetazo llego hasta mi cara, obviamente me babeo toda.
Tuve una excursión en la
preparatoria, el maestro de Biología quería que tuviéramos contacto con la
naturaleza; así que la práctica se
realizó en las Lagunas de Zempoala; todo iba muy bien hasta que se le ocurrió
la grandiosa idea al profesor de emprender búsqueda de reptiles; un grupo de
compañeros y yo nos fuimos a ver la naturaleza pero no para capturar reptiles;
que honestamente no son de mi agrado. Recuerdo que llevo a un espécimen color
amarillo muy largo, todos tenían que tocarla y por supuesto solo veía, sin
embargo y como no quería tocarlo me dijo es para tu calificación; ¡y ni modo,
tuve que aceptar! sinceramente estaba muy molesta, accedí (¡digo, pobre animal
que culpa tenia!) empezó a enredarse en mi brazo, cuando llego a mi codo le
dije al maestro, listo, ya cumplí ahora quítela por favor, todos reían pero yo
estaba muy molesta, no sentí miedo, pero el peso del animal y además de que es
frio, el sentir como recorría mi brazo, no fue agradable; pero algo que siempre
me ha caracterizado es que si digo no, es no y mi cara no era de miedo ni alegría
sino de enojo; tal fue el caso que la serpiente lo sintió (bueno, eso creo)
porque automáticamente se empezó a desenrollarse sin lastimarme ya que se
encontraba colgada la vi a los ojos, sentí una mirada extraña por parte del
animal, solo le di las gracias. Fui a la única que no me apretó cuando se
enrollaba, los demás si se quejaron de la fuerza, sentían que los estaban
ahorcando; la serpiente tuvo piedad de mí, ¡la verdad!
Tuve otras experiencias con siervos,
camellos, delfines, cebras, entre otros; sin embargo no importaba la especie de
animal, cada que los toco en su nariz, y supongo que creen que mi mano es
comida, ¡yo creo! porque no me la sueltan por más que intente quitarla me la
sujetan pero sin lastimarme, ¡probablemente tenga buen sabor!
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