03 enero 2024

TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR.


 

   Se suele pensar así porque lo que guardamos en la memoria son hechos relevantes y dulces, en la mayor parte de los casos y para bien de nosotros mismos.  Recuerdo que mi hijo, cuando cursaba el 3º de primaria, tuvo un profesor llamado Miguel, quien, guitarra en mano, les cantaba para transmitirles algunos aprendizajes.  Entre las canciones, había una que versaba “tu mamá te dirá: todo  tiempo pasado fue mejor”.  Creo que se titula “El moco”.

 

 

   Hay muchos tipos de familia, me refiero al estilo de interacción que se da al interior de éstas, a la forma en la que se demuestran el cariño y la preocupación, en que se brindan los apoyos y se crean los llamados proyectos de vida.

   En mi caso, nunca me imaginé como una mujer adulta y, mucho menos, como una persona madura.  Yo he vivido cada día y de acuerdo a las circunstancias, pero siempre con el ánimo de ser  empática  hacia los demás.

   Mis padres, Carlos y Teresa, eran jóvenes en la década de los 70´s, ambos trabajaban.

    Mi papá era periodista en el diario  El Universal Gráfico y mi mamá, investigadora universitaria. 

   Recuerdo que a veces, cuando por alguna razón no íbamos a la escuela, ella nos llevaba a una casa en la que ella, junto con tres compañeras y amigas, llevaban a cabo una investigación que después se publicó bajo el título de Fuentes de la historia contemporánea de México, cuyo coordinador fue el Dr. Stanley R. Ross.

    La casa en la que ellas se reunían pertenecía a una del cuarteto, cuyo nombre era Lucila Flamand.  Me encantaba porque Lucila era muy cariñosa con nosotros, me refiero a mi hermano y a mí, tenía dulceros de cristal en las mesitas y ahí nos dábamos gusto comiendo chocolates.  Otra amiga de mi mamá era María de Jesús Cubas Maza, era delgada y muy platicadora y divertida.  La otra, Delia, era la más joven y su esposo era activista, según recuerdo.

   Mi madre tenía un Rambler american color azul turquesa y en una ocasión que nos dirigíamos a la casa de Lucila, un camión “de redilas”a, sufrió una falla en los frenos, por lo que envistió al rambler.. 

   Desafortunadamente, no recuerdo más sobre el hecho, sólo que el  auto quedó con la cajuela sumida.

   Desconozco, en lo personal, el proceso en que se publica un libro, pero puedo imaginar que ahora se realiza con rapidez pues el avance tecnológico es notable.  En aquella época se utilizaban linotipos y había que revisar palabra por palabra.  Recuerdo que las investigadoras denominaban “el tírese” a la revisión visual que consistía en abanicar las páginas para detectar alguna diferencia y encontrar las llamadas “fe de erratas”.

   Yo creo que soy afortunada por ser testigo del avance tecnológico y el cambio radical en la forma de comportamiento, costumbres e interacciones.  Desafortunadamente, aún persiste la insensibilidad en algunas personas y espero ser testigo de un camio comportamental Enel que haya respeto, amor, honestidad y empatía en la totalidad de los humanos.

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