Cursé la secundaria de 1977 a 1980. No recuerdo en cuál de los tres grados participé en el concurso de declamación con el poema del llamado “poeta del hogar”, Juan de Dios Peza titulado “Fusiles y muñecas”.
La época de la adolescencia es increíblemente enigmática, aún no puedo describirla, constituye un conjunto de aprendizajes, sensaciones y reacciones extremas.
Teníamos en casa varios libros de poesía, el Ómnibus de la poesía mexicana, Declamador sin maestro y dos tomos de poesía de Jaime Torres Bodet, entre otros.
En ese tiempo, yo me di a la tarea de memorizar poemas. Ahora pienso que al hacer el ejercicio memorístico, también torturaba los oídos de mi familia.
Recuerdo que al comenzar con el de Manuel Acuña, cuya primera frase es “Pues bien”, mi papá sólo decía un “¡Oh!” con desesperación.
Mi mamá opinaba que el acto posterior al “Nocturno a Rosario” realizado por el joven poeta, estudiante de medicina y miembro del círculo de poetas mexicanos de la época que se reunían en la casa de la musa Rosario de la Peña y Llerena, fue un acto impulsivo que arruinó la vida de la mujer.
Ahora que he buscado poemas para compartir en el blog de mi hijo, me surgió la inquietud por conocer más del romanticismo, me doy cuenta que, entre mis poetas predilectos, muchos son de la misma época.
El romanticismo mexicano se desarrolló poco después de la Independencia, en la tercera década del siglo XIX y se caracterizó por la combinación del periodismo, la política, el positivismo y el liberalismo.
Remontémonos al momento histórico una vez alcanzada la independencia de nuestro país. Todo el territorio convulsionado, el caos y la desorganización, pero con un ideal libertario. La influencia literaria europea había llegado a nuestro país; escritores de todo tipo se contagiaron de los ánimos idealistas dando como resultado una nueva corriente literaria mexicana.
Entre los representantes del romanticismo mexicano podemos mencionar a Juan de Dios Peza, Guillermo Prieto, Manuel Gutiérrez Nájera e Ignacio Manuel Altamirano.
Manuel Acuña Narro nació en Saltillo, Coahuila el 27 de agosto de 1849 y falleció el 6 de diciembre de 1873 en la Ciudad de México, a los 24 años de edad.
En Saltillo cursó los estudios de Filosofía y tras obtener una beca, llegó a la Ciudad de México para estudiar medicina en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de México.
Talentoso en extremo, a su llegada a la ciudad de México, conoció a algunos de los poetas románticos más célebres, como Manuel Gutiérrez Nájera y Juan de Dios Peza, con quienes estableció una relación de amistad.
Aunque su vida fue breve, Manuel Acuña obtuvo gran reconocimiento y su trayecto vital es imperecedero en la poesía universal.
La musa del más famoso de sus poemas es Rosario de la peña y Llerena, joven intelectual en cuya casa se realizaban tertulias literarias.
A continuación, transcribo la cronología de la trayectoria de Manuel Acuña, copiada de https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Acu%C3%B1a.
Cronología
1849 nacimiento
1868 comienza sus estudios en la Escuela de Medicina.
1869 inicia su actividad literaria colaborando en El Renacimiento.
1870 publica sus textos en El Libre Pensador.
1871 realiza múltiples colaboraciones periodísticas en El Federalista, El
Eco de Ambos Mundos y otras publicaciones.
1872 se estrena El pasado, drama en tres actos, único que el autor verá
puesto en escena.
1873 se suicida en la Ciudad de México, el 6 de diciembre.
1911 edición de sus Poesías completas en París.
1917 sus restos mortales son trasladados de la Rotonda de los Hombres Ilustres
a Saltillo.
1949 aparece su obra reunida y editada por José Luis Martínez.
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